#Argentina|Jóvenes no binaries: Cómo es vivir sin género

¿Se puede rechazar el género que se te impone al nacer y no tener que elegir entre uno u otro?

Hombre-Mujer. La sociedad impulsa que todos estemos entre esos dos polos del género. Pero hay una nueva generación de jóvenes en Argentina que se identifica y milita el derecho a no entrar en esa categoría. ¿Se puede rechazar el género que se te impone al nacer y no tener que elegir entre uno u otro?. Cada vez hay más personas que se salen de los roles hombre/mujer o, en su alternativa, mujer trans/varón trans, y se identifican como no binaries. Eligen dos pronombres, el neutro con la e (elle) y uno más, que puede ser ella o él. La militancia por visibilizar esta nueva identidad se basa en la propia experiencia de cada une: en Internet encontraron el término, y con eso su propia libertad.

Dentro del espectro no binarie hay algunas definiciones: agénero (no sentirse de ninguno), género fluido (fluir desde uno al otro), demi-chico o demi-chica (que es identificarse parcialmente con uno). Edith Martín pediatra con formación en sexología y concurrente al Grupo de Atención a Personas Trans (GAPET) del Hospital Durand de Buenos Aires dice que el punto de inflexión del nuevo paradigma es que la identidad la define la persona y no las circunstancias médicas o legales. “Una persona no binarie es aquella que se resiste y reivindica el derecho de no encajar en el binario hombre-mujer. En general se lo ubica en el espectro trans porque implica una sublevación o una subversión frente a las normas de género, pero se diferencian de otras personas trans que sí se encasillan como binarias».

VICE habló con seis jóvenes no binaries para que nos cuenten cómo es su vida y cómo fue su experiencia de reconocimiento en otro género.

Luca, 18 años, vendedor

Lo que te hace sentir mal no es expresarte de manera diferente, es que te digan que eso está mal. A los siete años me remarcaban una supuesta falta de femeneidad y me la tuve que inventar, y eso me incomodaba. Me tomó mucho tiempo —y fue gradual— mi autodescubrimiento, porque era una parte de mí muy poco explorada gracias a la represión que me indujo mi padre.

Antes pensaba que sólo era una persona pansexual (que le atraen personas independientemente de su género), pero seguía teniendo una incomodidad que no lograba localizar. Por suerte, con Internet y redes sociales leí y aprendí sobre diferentes identidades buscando experiencias personales LGBTQIA+. En un momento de iluminación entendí que yo era trans, a los 13 o 14 años. Ahí me identifiqué como una persona trans binaria pero, al ver que no encajaba en el estereotipo estético de un hombre cis, me fui sugestionando de a poco a pensar que lo que quería era transicionar físicamente. Después de un tiempo de pasarla mal con la disforia entendí que no era lo que quería. Estuve muy cerca de empezar a hormonarme y, justo después de ir a una consulta con una endocrinóloga, me di cuenta que no lo estaba haciendo por mí, sino, una vez más, por una imposición social. Yo no quería ser un calco de ningún hombre cis, ni forzarme a entrar en ningún estereotipo, sólo me quería expresar de la manera más natural posible. Ahora me identifico como una persona trans no binaria.

Giulian, 24 años, estudiante de Comunicación Social y Diseño Gráfico

Tuve una infancia como la de la mayoría de las personas, llena de estereotipos y de roles de géneros impuestos. Como fui asignade como mujer se me imponía ser mamá algún día, que me gusten los chicos, las muñecas, el color rosa. Yo rechazaba muchas de esas cosas, pero de niña no tuve disforia ni me sentía incómoda con mi género. Cuando empecé a desarrollarme lo sentí. Recibí mucho bullying porque era «machona» para los demás, no hacía lo que las nenas tenían que hacer. Cuando me mudé a Rosario a estudiar en la universidad me seguía reconociendo como mujer, pero me dí cuenta de que me gustaban las chicas, eso fue estando en pareja con un varón. Mientras me hacía estas preguntas sobre mi sexualidad decidí hacer lo que quería, vestirme como yo quisiera, aún si lucía “como un varoncito” para mi familia. Ahí entendí de que no me sentía cómode con mi género: yo no me siento mujer, pero tampoco me siento hombre. Entonces, ¿qué soy? darme cuenta qué quería fue difícil, el grupo de Facebook “QueerGeeks” fue fundamental para aprender identidades que ni me imaginaba que existían. Así me enteré de las personas no binaries y entendí que yo era fluid-gender (yo fluyo entre lo masculino y neutro). Aprendí tanto que decidí militar en la Asamblea No Binarie. Me considero pansexual, aunque no me gusta identificarme. Lo que me interesa es la persona, no el género. Ahora tengo dos parejas, una mujer cis y un varón cis, conformamos una trieja, una relación poliamorosa. Me desenvuelvo con ellos como cualquier pareja. Yo tengo atracción sexual y romántica hacia otres. Ellos saben quién soy y me aceptan así, de hecho mi novio vivió conmigo toda mi transición. A veces se estigmatiza que los no-cis tengamos una forma rara de relacionarnos y no es así. La sexualidad es muy personal y distinta a cada persona.

Zack, 21 años, estudia profesorado de matemática

Toda la vida sentí incomodidad y que no pertenecía, a los 17 años llegué a la palabra agénero, que es lo que me identifica ahora, pero antes no entendía cuál era la incomodidad que sentía o cómo plantear lo que me pesaba. Algo me molestaba y a medida que fui creciendo me pregunté qué era lo que me pasaba. Me cuestioné los roles de género, me pregunté cómo podía ser que separando a gente por ciertas características físicas las agruparan de cierta manera. Al ir creciendo todo iba girando en relación con el género, todas las personas se sentían muy seguras al decir “soy mujer” o “soy varón”, y yo todavía estaba incómode con eso. Cuando encontré la palabra trans hallé una opción, pero igual era ingresar a dos categorías. Yo no sentía ninguna de las dos. Mi molestia, mi disforia, está en lo binario. La parte de no estar identificade con el género impuesto al nacer sí la tenía, pero no la de definirme puramente en otro. Investigando entendí que era trans-no binarie, y luego encontré agénero. Era eso, yo no me siento ningún género. Y le puse nombre a lo que daba vuelta en mí desde que era chique. Denominarse así es, en parte, una posición política y es muy personal. Yo creo que la identidad de género y la orientación sexual no están vinculadas. Soy asexual, no siento atracción sexual hacia ningún género, y tampoco me vinculo románticamente con las personas. Sí de otras formas, como amistad, o relaciones afectivas que no sean románticas. Existen estas definiciones y las uso para darme a entender.

Fuente: El Closet LGBT, Diario el Diverso

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