Por Asociación Silueta X

Guayaquil, 13 de octubre de 2025La noche del domingo 12 de octubre, mientras Guayaquil celebraba los 205 años de su Independencia con banderas y risas, el suroeste de la ciudad se tiñó de sangre. En las calles 22 y Cristóbal Colón, un campeonato de fútbol comunitario reunía a más de 150 personas en un ambiente de unión y esperanza. Entre ellas estaba Kika, una mujer trans de 40 años, cuyo espíritu vibrante y compromiso con su comunidad la hacían brillar. Pero la alegría duró poco: sicarios encapuchados irrumpieron en dos carros y una tricimoto, descargando 85 balas con pistolas y fusiles. Seis vidas se apagaron, 15 personas quedaron heridas –incluidos dos adolescentes y un niño de seis años–, y Kika, una de las organizadoras del evento, se convirtió en un símbolo de la resistencia trans segado por la violencia.El saldo de esta masacre, la tercera registrada en el feriado de Independencia, es un grito de alarma en una ciudad donde el crimen organizado campa a sus anchas.

La Policía Nacional recogió 47 restos de bala de 9 milímetros y 38 casquillos de fusil, pistas de un ataque que, según hipótesis iniciales, responde a disputas territoriales entre bandas. Pero en medio de las cifras y las balas, la historia de Kika resuena como un recordatorio: la violencia en Guayaquil no solo mata cuerpos, sino sueños, identidades y luchas.Kika no era una desconocida en el suroeste. Con su sonrisa y su tenacidad, desafiaba la marginalidad y la transfobia que marcan la vida de las mujeres trans en Ecuador. Era una tejedora de redes, una activista silenciosa que organizaba eventos como este campeonato para fomentar inclusión en un barrio donde la discriminación y la pobreza son el pan de cada día. Su asesinato no es un hecho aislado: es un transfeminicidio, un reflejo de la intersección mortal entre el crimen organizado y la transfobia estructural.

Según el informe Runa Sipiy 2025 de la Asociación Silueta X, 15 personas LGBTIQ+ han sido asesinadas este año en Ecuador, el 82% sin vínculos con el delito, víctimas de una sociedad que las deja expuestas.Kika vivía bajo el peso de la estigmatización, el desempleo y la falta de protección estatal, pero nunca dejó de alzar la voz. Su muerte es un puñetazo al corazón de la comunidad trans, que desde la Asociación Silueta X –miembro de la Federación Ecuatoriana de Organizaciones LGBT+– gritamos: ¡Basta ya! No podemos seguir perdiendo Kikas. No podemos seguir normalizando que barrios enteros sean rehenes del crimen mientras el Estado mira a otro lado.Por eso, exigimos justicia. La Fiscalía y la Policía deben investigar este caso con un enfoque diferencial, reconociendo el posible sesgo de odio en el asesinato de Kika.

Demandamos refugios y protocolos de seguridad para mujeres trans en zonas de alto riesgo, políticas públicas que combatan la violencia estructural y apoyo inmediato a las familias afectadas. La masacre del 12 de octubre no es solo una tragedia; es el rostro de un país que falla en proteger a sus más vulnerables.Kika no será una estadística más. Su legado vive en cada paso que damos por la dignidad trans. Por ella, por todas, convocamos a una velatón el viernes 17 de octubre a las 18:00 en la Plaza de las Orquídeas. Guayaquil no olvidará su chispa. #JusticiaParaKika.Para más información, contactar a info@siluetax.org con copia a fedelgbt@gmail.com.

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