“Fue fácil tomar decisiones que apoyaran su expresión. Creo que al permitirle expresarse de forma creativa y libre, también aceptará a otros que hagan lo mismo”, confesó su madre Lorenza Bruno. Sin embargo, ha sido criticada ya que el pequeño LJ ha sido víctima de bullying.
En la mayoría de los estilos de crianza, se busca que los chicos tengan la mejor experiencia posible durante sus primeros años formativos, al mismo tiempo que puedan aprender los valores que la familia considera importantes para su desarrollo. Esto muchas veces es un balance frágil, complejo principalmente por el hecho de que en cada hogar, los principios son diferentes. Esa es la disyuntiva a la que se ha tenido que enfrentar Lorenza Bruno, una educadora y madre de 30 años, con respecto a la crianza de su propio hijo. LJ, de cuatro años, es un chico muy de su época. Adora vestirse con ropa extravagante, incluyendo vestidos que vio usar a princesas de las películas de Disney, como el de Elsa de Frozen. El problema se presentó cuando fue a clases: la mayoría de los chicos no están acostumbrados a ver niños que lleven vestidos y no suelen respetar las distintas preferencias, por lo que el tiempo del chico entre sus pares, no es el más sencillo de todos. Aun así, su madre está segura de estar haciendo lo correcto. Lorenza incita a su hijo a vestirse como le dé la gana para ir al colegio. La intención de Lorenza es criar a un chico que esté abierto a los cambios que están viviendo. En casa, también le enseña a usar lenguaje sin género, corrigiendo palabras como “fireman” por “firefighter” (bombero, en inglés). Así mismo, le explica a su hijo que si él quiere llevar el pelo largo, vestirse con colores llamativos y ver películas de princesas en lugar de salir a jugar algún deporte afuera, no tiene nada de malo.

Fuente: Upsocl, El Diverso
Los tiempo están cambiando. Las nuevas generaciones crecen con otros valores. Hay quienes se oponen pero tenemos que dejar claro que solo se puede avanzar. Las personas que no respondemos a lo que el heteropatriarcado esperaría de nosotras tenemos que estar más organizadas, al menos tanto como la gente que se reúne un rato todos los fines de semana en sus templos. En torno a una nueva religión atea/agnóstica, no dogmática, feminista, antirracista, ecologista y aliada de los movimientos LGTBIQ, lo conseguiríamos, y seguramente se formarían muchas comunidades. En infinito5.home.blog escribo sobre esto.
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